Pasar una temporada en un camping es algo que muchos convierten en casi una religión. Su espacio vital dentro de este entorno alcanza unas cotas de acondicionamiento que muchos no cambiarían por el servicio de algunos hoteles. Todo es cuestión de organizarse, adaptarse al espacio y adoptar una actitud resolutiva ante cualquier pequeña diferencia entre nuestra comodidad diaria y nuestro nuevo entorno.
Una vez conseguido esto, podemos empezar a disfrutar de igual manera que los millones de personas que en todo el mundo hacen de la vida en un camping todo un arte. El pensamiento de “incomodidad” siempre sobrevuela en la mente del neófito a la hora de plantearse pasar un periodo en este tipo de establecimientos. Quizás porque no han visto lo que algunos son capaces de lograr hacer una vez mimetizados con el entorno.
Sírvanos un ejemplo para ilustrarnos. Hace poco unos visitantes acudieron a pasar el día con unos residentes amigos suyos. Esto fue lo que se encontraron al llegar; 3 botellas de Marques de Riscal (Sauvignon Blanc) enfriándose en una nevera de plástico llena de hielo. Mientras, el cocinero anfitrión se recreaba preparando un arroz con bogavantes, una cervecita bien fría con un buen plato de mojama, los niños en la piscina, una hamaca bajo la sombra de los árboles, otra cerveza, unos tomates Raf con aceite y un ajo astillao, un “Nene no bebas mas Fanta que ahora no comes”, el arroz que ya esta listo, un “hay que no puedo mas”, un “guárdate un hueco pá el tiramisú”, un café con hielo, un Gin Tonic, unas risas, una siesta, un baño y un “hay que lastima que nos tenemos que ir”……
En filosofía, la subjetividad se refiere a las interpretaciones y a los valores específicos que marcan cualquier aspecto de la experiencia. La comodidad por tanto, es un concepto subjetivo. Lo que quiero deciros es, que somos nosotros los que hacemos cómodos y agradables nuestros momentos de ocio.
Disfrutad de la vida en el camping.